martes, 9 de febrero de 2010

EL ARBOL COMO BANDERA
Tal vez, más que nunca, en estos días, de sol inclemente y de calor intenso miramos los árboles con el aprecio tradicional que sentimos por esa creación de la naturaleza. En esta zona los árboles crecen con rapidez sorprendente; disfrutamos verlos nacer, crecer, florecer y de recoger sus semillas; por eso los amamos como si fueran nuestros hijos.
Se convierten muy rápido en nuestros aliados contra el calor sofocante; embellecen nuestro entorno; nos hacer sentir orgullosos por tenerlos y mostrarlos como si fueran una realización nuestra. Han conseguido unirnos bajo su sombra como ningún ser humano lo haya hecho. Son muchas las cosas buenas que podemos decir de los árboles pero que solo apreciaríamos su verdadera magnitud si conociéramos lo que es vivir en el desierto.
Los árboles son una fuente de riqueza incalculable pero, en nuestro caso, la más palpable puede ser mirándolos como atracción turística. Como en El Alquimista de Pablo Coello, tenemos el tesoro bajo nuestros pies y preferimos buscarlo, en los confines de la tierra. Eso nos ocurre con los árboles, con la arcilla, con nuestros ríos y con tantas cosas buenas y bellas que tenemos y no apreciamos porque las disfrutamos minuto a minuto sin que siquiera nos acordemos de dar gracias al creador por habernos preferido.
No se necesita un referendo para saber que la inmensa mayoría de quienes habitamos Cúcuta, y su área metropolitana estamos de acuerdo en que se reglamente la siembra de los árboles y se legisle para que sea obligatorio delimitar la propiedad privada con la vía pública utilizando árboles; que todo terreno de propiedad oficial que no tenga una destinación especifica deba ser arborizado y se haga todo lo posible para que nos podamos convertir en un ejemplo mundial y atracción turística.
La calle de los faroles entre Avenida Cero y Avenida Guaimaral es un ejemplo de lo que sería la ciudad solo como atracción si todas las calles, anillos viales y demás vías del Area Metropolitana estuvieran tan arborizadas como esta.
En estos días de campaña política estamos ansiosos de propuestas en doble vía para aprovechar nuestras riquezas y nuestra capacidad; propuestas que nos animen a participar en la contienda lectoral; propuestas concretas y creíbles donde podamos tomar parte en su realización.
El siete de mayo de 2006 escribimos: “Señores concejales: es necesaria una reglamentación para la siembra y protección de los árboles, queremos que la siembra y conservación de los árboles sea obligatoria para todo propietario de finca raíz en el área metropolitana de Cúcuta.
Esta es una tarea de verdaderos legisladores, tal vez sin precedentes en el mundo; ustedes tienen las herramientas legales y cuentan con la voluntad de sus coterráneos y si lo consiguen, con justicia ganarán la gratitud de los cucuteños así como apoyo y admiración en el país y en el mundo entero.”
Hoy estamos invitando a toda la fuerza política de esta región a tomar la causa de los árboles como bandera; bandera que flota en el corazón de los cucuteños. Cúcuta sin árboles perdería todo su atractivo, bien arborizada va a ser admirada en todo el mundo.
FENALCO-RODOLFO MORA MORA, Presidente Junta Directiva
San José de Cúcuta, 9 de febrero de 2010

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