lunes, 30 de marzo de 2009

ELOGÍO DE LA LOCURA Y DE VAN GOGH

Por Mora Torres
Frase de la semana
"¿Qué sería de la vida, si no tuviéramos el valor de intentar algo nuevo?."
-Vincent Van Gogh
No todos los genios están locos (Por María Zambrano), y las teorías psicoanalíticas más recientes prescriben que la locura es más bien un impedimento que una ayuda para los talentosos (El estigma de la locura).
Aseguran sobre la cantidad de cuadros y las perfecciones suplementarias que hubieran tenido los mismos si Van Gogh, por ejemplo Van Gogh, no hubiera estado loco (Mistificaciones del culto al genio).Yo discrepo de esa teoría porque, sencillamente, llegué a conocer el alma de Van Gogh (El asesinato del alma).
Copio un fragmento referido a este artista, escrito por el psiquiatra español Juan Antonio Vallejo-Nágera: Por la originalidad absoluta de su modo de hacer, se pensó en la enfermedad mental como trampolín para saltar hacia ese mundo nuevo y distinto, en una reencarnación del mito de la fecundidad del genio y la locura.
Lógicamente, su caso fascinó a los psiquiatras. Sobre nadie se ha escrito tanto intentando perfilar un diagnóstico retrospectivo. Si tuviésemos duda sobre la limitación de nuestra ciencia, bastaría Van Gogh para demostrarla. El alma de Van Gogh En una época, trabajaba como correctora en la editorial Adriana Hidalgo de Argentina (Producción de textos), y me tocó en suerte un volumen de las cartas de Vincent a Theo, su hermano. Siempre digo que la lectura que debo hacer en mi oficio editorial es, y a veces obligadamente, más rigurosa que las lecturas que realizo por elección.
En muchas ocasiones, coincide suerte con elección, y es una delicia. De todos modos, antes de repasar las cartas (Correspondencia), no consideraba que, de los múltiples títulos que hay en esa editorial, fuera éste el más atractivo. Van Gogh me fascinaba como pintor (Historia de la Pintura), sabía de sus problemas y de su vida trágica, pero, me decía, debe bastar con ver sus cuadros, él no es un literato, me voy a aburrir.Y en verdad si uno leyera la biografía escueta de este artista único, no encontraría grandes aventuras ni arribos a puertos felices, o siquiera interesantes.Pero, dejando de lado sus cuadros, sus “aventuras” están registradas en las miles de cartas que le escribió a su hermano Theo, y a la humanidad que iba a seguirlo.
Son esas “rigurosas aventuras del arte”, que producen más adrelanina, como está de moda decir, que tomar drogas, jugar en el casino o , acaso, a la ruleta rusa… (La tragedia escondida). Se trata de la biografía de un alma en vilo, caminando por una cuerda floja entre la mayor lucidez y la mayor alucinación, a un paso del abismo, a un paso del cielo.
Y querría explicar la frase anterior, ya que sólo puede sonar como palabras: Vincent fue un torturado feliz, felicísimo. Su enfermedad, terrible, le hizo conocer el dolor más cruel; tenía ese tipo de “locura” que le hace saber al paciente que la tiene; no había abandonado la realidad del todo. Pero además, aunque ni el dolor ni la felicidad puedan medirse, sumarse, restarse o dividirse, conoció la mayor de las dichas, la que está destinada a muy pocos: la fiebre, el hechizo, de estar creando; la paz infinita de comprender que se ha creado algo perdurable. Que no es poco…Poemas celebrándolo
En una ocasión en este mismo blog copié “Botines con lazos”, de Olga Orozco, un poema que tiene algo de revelación de lo que llamé el alma de Van Gogh. Búsquenlo, despierta tempestades espirituales (Girasoles y Cuervos).Existió otra poeta argentina que escribió todo un libro de poesía llamado Las estaciones de Van Gogh, Amelia Biagioni, una sutilísima y extraña dama.

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