sábado, 15 de enero de 2011

LOS ESCRITOS DE VELAIDES

INSTITUCION EDUCATIVA Y DERECHOS HUMANOS
¡Hola!, soy Jaimito el soñador, tengo 11 años. Soñador porque siempre anhelo terminar mis estudios secundarios para ingresar a la universidad y ser un gran profesional como me inculcan mis padres. Junto con ellos y mis hermanos vivimos en una casa ubicada en un barrio clasificado en el estrato dos, clasificación que no se ¿quién carajos inventó y ni para qué carajos?, lo que si es cierto es que mi papi disque se gana el salario mínimo mensual legal vigente y siempre que le pagan llega a la casa que se lo lleva el diablo y no quiere hablar con nadie , la razón es porque según lo escucho a veces, él dice: siempre me roban porque no me dan la plata completa y me toca quedarme callado porque sino me echan, razón tenía mi padre cuando manifestaba que la ley es para los de ruana. Y mi mami se dedica a las labores del hogar.
Ya no sigo contando las penurias de mi familia porque son pocas para las que se me presentan personalmente. He aquí mi primera frustración: Yo deseaba estudiar en un colegio de esos que llaman buenos como en el que estudia Stewart, el hijo del concejal, porque como persona no soy menos que él, pues tengo los mismos derechos consagrados en el artículo 44 de la Constitución de mi país, según me explicó el profesor de sociales y como estudiante ni se diga pues Stewart a mi lado se queda regado. Pero cómo ingresar a ese colegio con la chichigua de salario de mi papi (eso que trabaja más de 10 horas como si estuviera en la época de la esclavitud, abolida en nuestro país según el artículo 17 de la constitución). Cómo le parece, que para que pudiera estudiar en este colegio tenía que comprar: uniforme de diario, uniforme de educación física, uniforme de gala, uniforme para la lluvia (todos estos uniformes tenían que comprarse en un sitio determinado y de lo contrario no servían y yo creía que eso era ilegal), pagar de costos educativos casi un salario mínimo, seguro obligatorio (yo creía que eso lo cubría el sisbem), contribución y como si fuera poco pagar casi medio salario mínimo mensual para una organización llamada asociación de padres de familia. Mi mami le dijo al rector que no tenía dinero, que si le colaboraba y la respuesta fue: Señora, salga por donde entró porque esto no es una institución de beneficencia.
Pues como dicen, me tocó seguir estudiando en el mismo colegio, donde las obligaciones económicas no eran muchas, pero siempre hacían cosquillas al bolsillo de la familia. Aunque allí le exigían a uno el uniforme unificado, el que se impuso por ordenanza (que los colegios disque buenos, desconocieron, tal vez para violar el acceso a la educación de las clases más vulnerables o quién sabe por qué lo hicieron), habían momentos difíciles en la casa por lo mismo de siempre; la platica que gana mi papi no alcanza, cosa que yo no entendía y como no tenía sino dos pares de zapatos, los que me compraban en navidad como estreno único del año, no a mi gusto sino que me sirvieran para el colegio y los deportivos que complementaba para el uniforme de educación física. Para mi total frustración se me dañaron los zapatos de diario y me tocó ir con el otro uniforme, muy contento y campante me encontraba violando el manual de convivencia del colegio, no por placer sino por necesidad, cuando la autoridad autoritaria del colegio entró al salón donde recibía la clase que más me gustaba y me sacó de esta sin que pudiera ser oído para explicar mi comportamiento, gritándome que volviera al colegio cuando tuviera los zapatos correspondientes porque las normas son para cumplirlas y eso que ya antes me habían desconocido mis derechos a la igualdad y ahora se me desconocía el derecho a ser oído y al debido proceso. Desgraciadamente por la misma causa, por ser uno de los pobres de este país, es decir, de los que se encuentra en el 80% de la población en Colombia. Y eso que todos los días me enseñan los Derechos Fundamentales de los niños y de los jóvenes y pensar que los centros educativos son centros de convivencia y laboratorios de paz. Pues mis queridos amigos, como decía mi abuela “tras de cotudos paperas”, algo que no entendía. Se me acabó mi único sueño que era estudiar y ser un profesional.
Más pobres mis padres, sin educación, sin dinero y con obligaciones, pero eso no interesa ya se acercan nuevamente las elecciones y con los mismos candidatos de siempre las mismas mentiras, las mismas bendiciones o mejor las maldiciones. ¿CÓMO LE PARECE, QUÉ NOS PASA? Ramón Velaides Jaimes

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