miércoles, 13 de octubre de 2010

LOS ESCRITOS DE VELAIDES


UN CANTO A LA VIDA- UN NO, A LA MUERTE Y A LA OPRESION
Hoy, Chile es el centro de atención mundial, el júbilo de propios y extraños, sobre un nuevo renacer en América… Latina particularmente; júbilo, no solo de los chilenos sino de todos los seres humanos que habitan este prodigioso e envidiable planeta, reciben una nueva bendición directamente del creador, parece ser que en los treinta y tres catalépticos mineros se hace reminiscencia a hechos bíblicos como: la resurrección de Lázaro, el día de pentecostés y la muerte de Jesús para disfrutar de una nueva vida al resucitar al tercer día, entre otros. Es un júbilo que permite vislumbrar un presagio netamente humano, antropocéntrico ciento por ciento, libre de opresión.
Hace más de sesenta días de haber sido preñada la tierra por quienes contra ella atentaban, producto de sus necesidades, se le venían practicando ecografías para seguir el desarrollo de sus especiales hijos, llenos de alma, corazón y vida, contrario a lo que diariamente le hacen parir para destruirla gradualmente y cuando la madre tierra acoge en sus entrañas a un humano es porque yace sin vida. Y Con la primera cesárea de vida a la madre tierra, esta da a luz a su primer hijo humano y así sucesivamente hasta que vea parir el último de sus treinta y tres hijos de su parto múltiple. Algo paradójico es de no olvidar que los hijos de la tierra traen la vida y la esperanza en un territorio, árido o desértico, como presagiando la oposición a la opresión y a la muerte a la que la mayoría de países de América y demás países pobres de la tierra han sido sometidos inmisericordemente por sistemas totalitarios llamase de izquierda o de derecha amparados en la etiqueta de la democracia, por sistemas dizque monárquicos en este época, por grupos ilegalmente armados y como si fuera poco con ayuda de sus tentáculos como la corrupción y el crimen organizado disfrazados de ángeles divinos pero sin aureola: El nacimiento de los hijos de la tierra son el símbolo de la dignidad y el canto a la vida que hoy reclama quienes legitiman el poder.
En torno al parto múltiple de nuestra madre tierra, nace la esperanza y se anula por instantes la zozobra a la que gobernantes someten a sus gobernados, mientras ellos y sus cercanos se pudren en la abundancia. Que para los chilenos y para las naciones de América y la tierra en su conjunto, no se quede hoy en todas esas manifestaciones pasajeras de júbilo y después de unos días todo en nuestra razones vuelve a la normalidad y la inconsciencia y el olvido nos inunde hasta los tuétanos y nos haga repetir la historia triste y miserable de las que hemos sido victimas de sínicos embaucadores que descaradamente vuelven a ofrecer lo mismo en cada jornada electorera durante siglos y para Colombia ya estamos próximos de un nuevo engaño por los mismos individuos y grupos históricos.
Con el parto de los hijos de la tierra, sus familiares, autoridades, gobernantes, periodistas, etc. se reunieron no para rememorar al dictador Augusto Pinochet deshonra de lo divino y vergüenza del propio demonio sino para cantar a la vida, a la esperanza y gritar un infinito no a la opresión.
Cuando la tierra parió a estos hijos, sus familiares y demás se abrazaron a los recién nacidos, no para ampararse del miedo que producía el ruido de tanques y aviones de guerra, el olor a pólvora y el estruendo de bombas junto con su estela de humo, destrucción y opresión, sino, para festejar la vida por medio del humo de la alegría que produce la pólvora inofensiva y su ruido y el estruendo retumba de bienvenida.
Cuando de los ojos de los familiares, extraños y humanos de la tierra de los recién nacidos brotaron lágrimas, nacieron ríos y mares puros y diáfanos para calmar la sed de justicia de los ríos enrojecidos de miles de chilenos y de otros tantos miles que posiblemente lo único que se encuentre será el cemento puesto en sus pies para embaldosar el fondo del mar. En esta ocasión son ríos y mares de lágrimas para nadar en contra de la muerte y la opresión del dictador y exterminador del pueblo chileno de 1973 hasta 1989 Augusto Pinochet, que dudo de su descanso eterno. Y pensar que un nobel hizo honor al dictador. Pero esos ríos y mares de familiares, no familiares, humanos de la tierra y de los propios hijos de la tierra también inundan el territorio colombiano y toda América.
Viva la vida, no a los sistemas totalitarios vengan de donde provengan con la etiqueta de democracia.
Ramón Velaides Jaimes 13 de octubre de 2010.

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