Un equipo de investigadores de la Universidad de Indiana (Estados Unidos) sometió a comprobación algunas de las creencias médicas más arraigadas entre la gente, relacionadas con la Navidad. Para lograrlo hicieron una amplia revisión de investigaciones disponibles sobre cada tema; los resultados fueron publicados en la última edición de la revista.
Comer de noche no engorda
En buena medida la creencia de que comer a la medianoche conlleva un aumento de peso se funda en los resultados de un estudio sueco según el cual las mujeres obesas tenían una mayor proclividad a comer un bocado más antes de irse a la cama.
Esta investigación, no obstante, tenía errores. El más importante es que no consideró que estas mujeres comían todo el día y no solo antes de irse a dormir.
Los científicos sostienen que la única verdad sobre el peso se fundamenta en un principio: la gente engorda si consume más calorías de las que quema.
El azúcar no hace hiperactivos
Para los investigadores también es falsa la afirmación de que el alto consumo de dulces y bebidas azucaradas (por sus características energéticas), propia de esta época, convierte a los niños en verdaderas locomotoras y, en el peor de los casos, en un manojo de nervios.
Después de analizar más de 12 ensayos clínicos los científicos comprobaron que ninguno de ellos pudo detectar diferencia alguna entre el comportamiento de niños que habían consumido azúcar y los que no, ni siquiera los que habían recibido un diagnóstico de hiperactividad.
¿Suicidios? No tantos
Tampoco es cierta, dicen los científicos, la creencia popular de que la gente tiende a suicidarse más en Navidad, fin de año e invierno. Hay evidencia -advierten- que indica justamente lo contrario. Por ejemplo, en Finlandia el número de suicidios es mayor en septiembre y octubre; de hecho, el pico mundial se presenta a mediados de año, es decir en la época más cálida. El estudio concluye que en Navidad se presentan menos casos, debido a que las personas cuentan con mayor soporte familiar y social.
La poinsettia no es tóxica
Mucha gente piensa que la famosa poinsettia o flor de Pascua, que adorna las casas en Navidad, es venenosa. Y aunque el estudio no aclara de dónde procede el mito, infiere que sería necesario ingerir entre 500 y 600 plantas para envenenarse.
El calor no se sale por la cabeza
El mito de que el cuerpo pierde calor por esta parte del cuerpo surgió a raíz de un viejo estudio militar, hecho con soldados en el Ártico. Estos fueron vestidos con trajes de sobrevivencia, pero sin gorros, y expuestos a temperaturas muy bajas; la idea era medir su pérdida de calor corporal. Así concluyeron que entre el 40 y el 45 por ciento del calor del cuerpo se 'escapaba' por esa vía. Para los estudiosos de Indiana la cabeza nada tiene que ver con la reducción de la temperatura.
No hay cura para el guayabo
El alcohol etílico es una sustancia derivada de la fermentación de los carbohidratos vegetales; no es un producto normal en el cuerpo, por esa razón produce desequilibrios de todo tipo en el organismo, antes y después de su ingestión.
De acuerdo con el estudio publicado por BMJ, una vez que se desencadena el guayabo no hay nada capaz de detenerlo ni de mejorarlo.
No existe evidencia científica que demuestre la validez o la efectividad de las curas o las medidas preventivas contra la resaca. Así que beber otro trago al levantarse o recurrir al consumo de medicamentos y jugos de fruta resulta en vano. Lo único que queda por hacer es tratar de sobrellevar los síntomas que vienen con ella.
Los investigadores consideran que la única medida infalible es beber con moderación o abstenerse de tomar.
Insisten en que los bloqueadores cardíacos, los analgésicos y los suplementos dietarios, a base de alcachofa y borraja, entre otros, fallan también a la hora de curar.
Pese a lo dicho, algunas personas prefieren ensayar remedios que quedarse quietas
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