UN PAÍS ENFERMO
Periódico EL ESPECTADOR
En los últimos meses, en una inmoral competencia por el rating, las programadoras de televisión privadas han monopolizado el espacio con producciones en las que sólo se habla de este tema. La Comisión Nacional de Televisión, como era de esperarse, no actúa.
Saldrán los sociólogos a decir que el país está haciendo su catarsis. Los críticos de televisión afirmarán que se percibe una mejor calidad en los efectos especiales y la dirección de escena. Los historiadores dirán que el país está generando una lectura madura de un período de su historia reciente. Los canales sacarán pecho mostrando lo bien que se han vendido las series en el exterior.
Yo, por mi parte, creo que es el reflejo de un país enfermo. Pienso que este interés desmedido por una faceta de nuestra realidad es el signo de un profundo deterioro de la ética colectiva. Estoy convencido de que nos hemos convertido en “traquetos” mentales y que los valores sociales están invertidos. Sólo así se explica que cientos de miles de colombianos hayan colocado sus ahorros en las pirámides buscando, como mafiosos, hacerse ricos de la noche a la mañana. Sólo así se explica que cada noche el país se paralice mientras observamos las “aventuras” de nuestros héroes los mafiosos.
Los colombianos nos quejamos de que en el exterior lo único que se conoce de nuestro país es la violencia y el narcotráfico. Nos molesta que no se vea sino una parte de nuestra realidad. Pero la única imagen que proyectamos es la de la cultura mafiosa. ¿Cómo queremos que no se nos estigmatice? ¿Cómo queremos que no estén prevenidos si lo único que conocen de Colombia son las imágenes que nosotros mismos proyectamos?
Saldrán mis abundantes críticos a afirmar que yo lo que quiero es que se ignore la realidad. No es cierto. Yo quiero que se muestre la realidad, toda la realidad. No sólo la que aumenta el rating. Mostremos cómo el narcotráfico generó dolor y sufrimiento. Quiero que veamos cómo corrompió a toda la sociedad y acabó con este país. Quiero que mostremos cómo conquistó las mentes de los jóvenes, generó adicciones, destruyó familias y comprometió el futuro de esta sociedad. Quiero que muestren la verdad del narcotráfico con lágrimas, dolor y muerte. Quiero que veamos a las viudas y huérfanos de los policías, fiscales y jueces asesinados. No quiero que me sigan mostrando el narcotráfico bajo imágenes seductoras de lujo, poder, mujeres de tetas bonitas, casas espectaculares y jets privados. Quiero que muestren la verdad, toda la verdad.
Este es un país enfermo, en el que los valores se han invertido. El hermano de David Murcia, el mayor estafador de la historia, se presenta como candidato al Senado. ¿De dónde vienen sus recursos? Este es un país enfermo, en el que importa más el reinado de belleza que la guerra con Venezuela y el rating se afianza destruyendo los cimientos éticos de la sociedad.
Saldrán los sociólogos a decir que el país está haciendo su catarsis. Los críticos de televisión afirmarán que se percibe una mejor calidad en los efectos especiales y la dirección de escena. Los historiadores dirán que el país está generando una lectura madura de un período de su historia reciente. Los canales sacarán pecho mostrando lo bien que se han vendido las series en el exterior.
Yo, por mi parte, creo que es el reflejo de un país enfermo. Pienso que este interés desmedido por una faceta de nuestra realidad es el signo de un profundo deterioro de la ética colectiva. Estoy convencido de que nos hemos convertido en “traquetos” mentales y que los valores sociales están invertidos. Sólo así se explica que cientos de miles de colombianos hayan colocado sus ahorros en las pirámides buscando, como mafiosos, hacerse ricos de la noche a la mañana. Sólo así se explica que cada noche el país se paralice mientras observamos las “aventuras” de nuestros héroes los mafiosos.
Los colombianos nos quejamos de que en el exterior lo único que se conoce de nuestro país es la violencia y el narcotráfico. Nos molesta que no se vea sino una parte de nuestra realidad. Pero la única imagen que proyectamos es la de la cultura mafiosa. ¿Cómo queremos que no se nos estigmatice? ¿Cómo queremos que no estén prevenidos si lo único que conocen de Colombia son las imágenes que nosotros mismos proyectamos?
Saldrán mis abundantes críticos a afirmar que yo lo que quiero es que se ignore la realidad. No es cierto. Yo quiero que se muestre la realidad, toda la realidad. No sólo la que aumenta el rating. Mostremos cómo el narcotráfico generó dolor y sufrimiento. Quiero que veamos cómo corrompió a toda la sociedad y acabó con este país. Quiero que mostremos cómo conquistó las mentes de los jóvenes, generó adicciones, destruyó familias y comprometió el futuro de esta sociedad. Quiero que muestren la verdad del narcotráfico con lágrimas, dolor y muerte. Quiero que veamos a las viudas y huérfanos de los policías, fiscales y jueces asesinados. No quiero que me sigan mostrando el narcotráfico bajo imágenes seductoras de lujo, poder, mujeres de tetas bonitas, casas espectaculares y jets privados. Quiero que muestren la verdad, toda la verdad.
Este es un país enfermo, en el que los valores se han invertido. El hermano de David Murcia, el mayor estafador de la historia, se presenta como candidato al Senado. ¿De dónde vienen sus recursos? Este es un país enfermo, en el que importa más el reinado de belleza que la guerra con Venezuela y el rating se afianza destruyendo los cimientos éticos de la sociedad.
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